En un autor eminentemente teatral como fue Ruperto Chapí, esta clase de obras lógicamente no puede ser abundante. Sin embargo, Chapí abordó casi todos los géneros, desde la sinfonía al lieder, lo que demuestra una sólida preparación y notable aptitud, ya que estas obras acusan la personalidad del artista y sus amplios conocimientos musicales. Y ya es curioso que los comienzos de Chapí no fueran precisamente teatrales. La primera obra de la que se tiene noticia, Un sueño, es una obertura de alrededor de 1860. Forzosamente hemos de considerar esta obra como un ejercicio escolar, por cuanto Chapí en aquel momento contaba con la edad de 9 años. Han de pasar otros nueve, y es a los dieciocho, en 1869 ya en Madrid, cuando ve la luz una nueva producción, Zanzé, obertura de la que tampoco se tiene más noticia.

La primera producción sinfónica de Chapí que pasa a la posteridad es La corte de Granada, conocida popularmente como Fantasía Morisca –cuando en realidad esto hace referencia al género- fechada en 1872, el mismo año en que obtuvo la plaza de músico mayor en el Regimiento de Artillería de Madrid. Aunque la obra fue escrita originalmente para Banda, poco después Chapí realizó la versión orquestal.

La Polaca de concierto (1879), aunque publicada para piano en una brillante trascripción de C.M. Zavala, es una obra también para orquesta. La obra fue escrita en Roma durante su estancia como pensionado.

De la misma época (1876) es el poema sinfónico Escenas de capa y espada. La Sinfonía en re menor (en cuatro tiempos) es de 1879, compuesta en París en 1877 y estrenada en Madrid en 1879.

En 1889 encontramos otra obra importante, Los gnomos de la Alhambra, leyenda musical en tres movimientos. Advertimos aquí la inclinación del maestro hacia temas árabes o moriscos. Ello se justifica en parte, si nos situamos en el ambiente literario de la época, con las Orientales de Zorrilla. Esta tendencia se verá confirmada con el tiempo: El suspiro del moro, con letra de Miguel Ramos Carrión, Marcha morisca de las Cuatro piezas fáciles para piano y los fragmentos de sus zarzuelas: Romance morisco de La Bruja; La Romanza morisca de El moro Muza; el Romance morisco de ¿Quo Vadis? Y la Oración morisca de Cuadros vivos.

De 1892 –aunque compuesto en 1878. es el oratorio Los Ángeles, para solos, coro y orquesta, con texto de Antonio Arnao, un exquisito poeta de la época.

Dentro de esta apartado hay que recordar una Marcha de recepción para orquesta, fechada en 1895, y un Scherzo sobre un episodio del Quijote, también para orquesta.

Quedan los cuatro cuartetos. Y es lamentable que hayan sido olvidados y más lamentable todavía es que sea en el extranjero donde de vez en cuando se interesan por ellos. Escritos con una gran corrección y una magnífica disposición de las voces, estas cuatro piezas bastarían por sí mismas para acreditar la mano maestra del compositor. El primer cuarteto, en sol mayor, compuesto en 1903, está dedicado a la “Sociedad de Cuartetos Francés”, en el que destacan el andante y el final en forma de scherzo. El segundo cuarteto, en fa mayor, fue compuesto en 1904, y de él destaca el intermezzo. Respecto al tercer cuarteto, que Chapí dedicó a su amigo Alejandro Saint-Aubin, es el más amplio de concepción y tratamiento. El cuarto y último compuesto en 1906, es quizá el más denso de tema y desarrollo.

Como obras menores de cámara, hay un Allegro y scherzo para piano, violín y violoncelo y una Romanza para violín y piano en la m Bemol mayor. Por último, una Jota para violín y orquesta.



Bibliografía:
Extractos de la obra de José de Juan del Águila. “Ruperto Chapí y su obra lírica”. Ed. Excma. Diputación Provincial de Alicante (1973)

Diccionario de la zarzuela España e Hispanoamérica. Biografía de Chapí de Luis G. Iberni. Ed. Instituto Complutense de Ciencias Musicales.

Información facilitada por Joaquín Navarro García.